viernes, 27 de abril de 2012

EUGENIO ESPEJO

Eugenio espejo

 


Según la leyenda romántica, fue hijo de un indígena quechua, Luis Chuzig (lechuza), procedente de Cajamarca de una familia de picapedreros, quien se instaló en Quito como asistente del sacerdote y médico José del Rosario. Su madre, Catalina Aldás, era una mulata nacida en Quito.1 Al contrario de lo que se piensa Luis Chuzig, no solo fue un simple picapedrero o asistente de José del Rosario, fue además y por sus propios medios un indio culto, que aprendió a leer gracias a la ayuda de Don Luis Benítez de la Torre, Cura y Vicario de Cajamarca, quien a escondidas, instruyó a Luis "Chuzig", ya que en esa época era prohibido, que los indios sepan leer, y este en agradecimiento utilizó el apellido "Benítez", mismo apellido con el que contrajo matrimonio con Catalina Aldás. El origen de apellido "Santa Cruz y Espejo" no está aun esclarecido, pero se cree, que fue impuesto por algún español, ya que en esa época, todos los indios evangelizados, se les asignó nombres y apellidos cristianos.2 Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, aprendió sus primeras letras en casa de sus padres y luego, supuestamente, en una escuela católica para niños pobres. Sin embargo, existe controversia sobre el origen del sabio quiteño, pues existen documentos que comprueban que el nombre familiar de Espejo, lo llevaba ya el padre de Eugenio, quiteño, e incluso su abuelo, español. Es más, la inscripción de nacimiento de Eugenio de Santa Cruz y Espejo, está dada como tal, y ubicada en el libro de blancos, hecho imposible de consumar para un indígena, por influyente que fuera, ya que el sistema de castas de la Colonia lo prohibía explícitamente. Pero también, podría existir evidencia que María Catalina Aldás Larraincar o Larrinzar, no era mulata, sino de origen español hecho del que se valieron sus padres para poder inscribirlo en uno de los más prestigiosos colegios de Quito "El Colegio de San Luis" para el efecto, María Catalina Aldás, presentó su partida de nacimiento.2 Por otro lado, una vez inscrito desde muy temprana edad en colegios exclusivos de la aristocracia quiteña, llego a ser electo representante de sus compañeros en varias ocasiones. De esta época data su probable y único retrato conocido, en compañía de su clase.

Según algunos historiadores que defienden la historia romántica de Espejo, a él le fue muy difícil abrirse paso dentro la clasista sociedad colonial, pero consiguió doctorarse en medicina en 1767 y poco después también en jurisprudencia y derecho canónico. Dentro la sociedad quiteña se convirtió en el eje de la vida cultural y propagador de ideas progresistas, con un considerable apoyo por parte de la aristocracia criolla. En 1779 publica su primera gran obra, El Nuevo Luciano de Quito una crítica terrible a todos los problemas y deficiencias de la vida cultural en la Real Audiencia de Quito. Fue acusado de ser el autor de un texto que aplaudía el levantamiento de Túpac Amaru y Tupac Catari. Su activismo cultural acabó enfrentándolo a las autoridades, que lo procesaron en la capital del virreinato, Bogotá, pero este hecho contribuyó a aumentar aún más su prestigio; ya que salió libre de todo cargo.




El pensamiento de Espejo promovió la igualdad de todos los ciudadanos y la nacionalización de las propiedades eclesiásticas. En su ideario aparecía por primera vez la igualdad de los indígenas con los criollos y también planteó el reconocimiento de los derechos de la mujer.

Las brisas del invierno que se presentan a pocos días del 21 de febrero nos trasladan en el tiempo para recordar aquellos vientos que caminaron en 1747 por el Quito empobrecido, colonial y provinciano que vio nacer a Francisco Javier Eugenio de la Santa Cruz y Espejo. Hijo del indio quechua de Cajamarca (Perú) llamado Luís Santa Cruz Espejo y de una mulata quiteña a la que se la conocía como doña María Catalina Aldaz y Larraincar.
Eugenio Espejo es considerado como uno de los mayores agitadores de los planteamientos de la independencia y crítico de la Colonia. A los 20 años se graduó de médico y ejerció múltiples trabajos como periodista, bibliotecario y escritor de innumerables obras tales como: Nuevo Luciano de Quito (1779), Reflexiones acerca de un método para preservar a los pueblos de la viruela (1785), Cartas Riobambenses (1787), Discurso sobre la necesidad de establecer una sociedad patriótica con el nombre de "Escuela de la Concordia" (1789), etc.
Los aportes dados por Espejo, en los distintos ámbitos contribuyeron al pensamiento social ecuatoriano; en el escenario de la medicina expuso sus conocimientos para prevenir la viruela y elaboró una reflexión histórica de las enfermedades contagiosas, realizó un cuadro exacto de las costumbres y condiciones sanitarias de Quito, dando una respuesta objetiva y científica a la causa de la enfermedad. Sin conocer los experimentos de Pasteur, halló la noción de la fermentación de las sustancias y las causas de los contagios. Llegó a las conclusiones que las condiciones sociales de explotación y de la mala distribución de la riqueza son propicios para el cultivo de enfermedades.
El pensamiento de Espejo promovío la igualdad de todos los ciudadanos y la nacionalización de las propiedades eclesiásticas. En su ideario aparecía por primera vez la igualdad de los indígenas con los criollos y también planteó el reconocimiento de los derechos de la mujer.
En noviembre de 1791 forma “la Sociedad Patriótica de Amigos del País de Quito”, compuesta por 25 miembros que se reunían semanalmente para discutir los problemas agrícola, educativo, político, social y analizar el desarrollo de las ciencias físicas y naturales. Sintiendo la necesidad de difundir los planteamientos independentistas, editó en 1792 el primer periódico publicado en la ciudad denominado "Primicias de la Cultura de Quito", órgano de esa sociedad y del que salieron siete números hasta el 29 de marzo de ese año.
Es considerado como uno de los primeros en afirmar la necesidad de una emancipación de España y en proclamar la individualidad del país y, en general, de toda América. Sus ideas inspiraron a los revolucionarios del 10 de agosto de 1809.
Eugenio Espejo, murió en la cárcel el 26 de diciembre de 1795 a los 48 años de edad y acusado de conspiración, se le inculpó que en las cruces de Quito amanecieron banderolas escarlatas con el lema que decía "Al amparo de la cruz, sed libres, conseguid la gloria y la felicidad".

Frases de Eugenio Espejo

 "La calumnia está en todas partes; el calumniador no está en ninguna"
 "El genio convierte la excepción en regla."
"En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra."


EUGENIO ESPEJO FUE UN GRAN HOMBRE QUE NOS DEJO ALGO DE SU VIDA DE IGUAL MANERA APORTO PARA LA FILOSOFIA .

http://www.youtube.com/watch?v=Og-SPsDSKAQ

Realizado por: Johanna Patricia Puerres Quelal
Licenciatura en Ciencias de la Educacion, Cuarto - Nivel
Universidad Tecnologica Equinoccial
Tutor: Jorge Antonio Ballares Burgos

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